De 69 años y nacido en Chicago, es el primer estadounidense y primer agustino que se convierte en Papa. Su madre era española. Ha pasado 40 años en Perú, donde fue misionero y después obispo. Fue una de las grandes apuestas de Francisco, que lo designó responsable de los obispos de todo el mundo y de su comisión para Latinoamérica. Su talante moderado le posiciona como puente entre las corrientes conservadora y reformadora de la iglesia.
El nuevo papa será el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost y se hará llamar León XIV durante su pontificado, según se anunció tras su elección en el segundo día de su cónclave. Prevost, un misionero con una larga experiencia en Perú, sucederá al papa Francisco. El cardenal protodiácono, el francés Dominique Mamberti, anunció su nombramiento con la tradicional fórmula en latín 'Habemus papam' desde el balcón de la basílica de San Pedro.
El humo blanco que emergió de la chimenea instalada en la Capilla Sixtina a las 18.07 hora local (16.07 GMT) había confirmado su elección, alcanzada en el segundo día de cónclave. Los 133 cardenales electores lo han designado presumiblemente en la cuarta votación.
El anuncio fue recibido por decenas de miles de personas, entre fieles, peregrinos, religiosos y numerosos turistas, que abarrotaron los aledaños vaticanos y llegaron a la plaza de San Pedro para vivir el momento.
Robert Prevost Martínez ha salido al balcón de la Plaza de San Pedro a las 19.22 horas como el Papa León XIV, el 267 de la Iglesia Católica a las 19.22 horas. Afable, moderado, reservado, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, desde este jueves el papa León XIV, fue una de las grandes apuestas de Francisco, que lo designó responsable de los obispos de todo el mundo y de su comisión para Latinoamérica.
Las primeras palabras de Leon XIV en el balcón de la Plaza San Pedro expresaban continuidad y son un mensaje a la labor social de la Iglesia y a su adaptación a los tiempos. Pero el papa ha hablado también con su atuendo, con su vestimenta. Si Francisco, al salir al balcón, eligió únicamente la sotana blanca de los papas, una cruz sencilla y el solideo blanco, León XIV, que usa zapatos negros como Francisco, eligió una forma más tradicional vistiendo, sobre la sotana, la muceta papal de color rojo, la estola de terciopelo bordada en oro, un roquete de lino y, sobre la cabeza, el solideo blanco. Una puesta en escena más clásica, con un discurso continuista y social.
Es misionero de la antigua Orden de San Agustín, nacionalizado peruano y con ascendencia española: su madre, Mildred Martínez, era bibliotecaria y nieta de españoles. Tiene 69 años, matemático y filósofo de formación y muy viajero. Ha estado en Andalucía en varias ocasiones como superior de la orden de los agustinos a la que pertenece. Visitó los colegios y comunidades agustinas de Sevilla, Málaga y Huelva entre los años 2002 y 2010. También estuvo en León, Ávila, Valladolid.
Ha pasado 40 años en Perú, donde fue misionero y después obispo. Ha sido en los últimos años un estrecho colaborador del difunto papa Francisco y entró a su estilo, discretamente, en la lista de 'papables' para este cónclave, como un 'outsider' en medio de otros grandes nombres. Su talante moderado le posiciona como puente entre las facciones conservadora y reformadora de la iglesia y su vasto conocimiento de América le ha valido el respaldo de los cardenales del sur y del norte del continente, muchos de los últimos críticos con Francisco.
Prevost nació en 1955 en Chicago (EE.UU). Su carrera eclesiástica comenzó con el noviciado agustino de Saint Louis donde, en 1981, asumió sus votos. Luego llegarían los estudios en Teología y un viaje de juventud a Roma para estudiar Derecho Canónico. Tras ordenarse sacerdote en 1982, con 28 años, fue enseguida enviado al que se convertiría en su segundo país: Perú, mediante su a misión de Chulucanas, en Piura (1985-1986).
Esta sería el primer paso de un largo camino en Latinoamérica que prosiguió en 1988 en la misión peruana de Trujillo, seleccionando vocaciones agustinas en ciudades como Chulucanas, Iquitos y Apurímac y ejerciendo otros roles durante una década en esa archidiócesis. Prevost también acumula una dilatada experiencia docente en su país, también como prior general del Capítulo Agustino de Chicago, hasta que en 2014, desde Roma, el papa Francisco le puso al frente de la diócesis peruana de Chiclayo, como administrador apostólico.
Un año después sería nombrado por Francisco obispo de Chiclayo y desde 2018 fue vicepresidente segundo de la Conferencia Episcopal de Perú, afrontando entre otras cosas la grave crisis por los abusos del grupo Sodalicio de Vida Cristiana, disuelto este año por el papa.
En 2023 el pontífice argentino le llamó a Roma para hacerle cardenal y nombrarle prefecto del Dicasterio para los Obispos, el ministerio vaticano que elige a los monseñores de todo el planeta. Al frente de esta poderosa institución, que controla una enorme red de prelados en todo el mundo, asistió también a las pugnas de su mentor, el papa Francisco, con los conservadores católicos, plasmadas por ejemplo con la destitución del obispo estadounidense Joseph Strickland en noviembre de 2011, desleal con la Santa Sede.
Pero Francisco también lo puso como presidente de la Pontificia Comisión para América Latina gracias a su gran conocimiento sobre la realidad y las periferias del subcontinente. Su rol de "ojeador" de obispos y su experiencia sudamericana hace que Prevost mantenga un contacto continuo con la jerarquía eclesiástica alrededor del mundo, sobre todo en América, la región con la mitad de los católicos del planeta (unos 637 millones en 2004).
Pero su elección pontificia resulta una novedad no solo porque es considerado un cardenal joven, con 69 años, sino también porque se convierte en el primer papa llegado del corazón de un imperio ya suficientemente poderoso, los Estados Unidos.
A nivel de magisterio, aunque cauto, se ha pronunciado en línea con el papa Francisco, defendiendo la idea de un clero "cercano al pueblo", diametralmente opuesto a la figura de un "directivo" o "un gestor. Y sobre la lacra de los abusos que ha sacudido la iglesia en los últimos años, y que el pontífice argentino afrontó, ha reclamado la obligación de "ser transparente y acompañar a las víctimas".